miércoles, 10 de marzo de 2010

El mito de la leche


“La leche de vaca no es un alimento sano”, decía una página web que prometía develar los mitos sobre la leche.

Incrédula, decidí seguir leyendo. Pero todo iba empeorando: que la gente que toma más leche tiene los niveles de calcio más bajos, que los chinos (que no toman leche animal) no sufren de osteoporosis y que en niños su consumo se puede relacionar con la aparición de sinusitis y asma. Plop. Y yo que toda la vida había tomado leche como mala de la cabeza para evitar la maldición familiar de la osteoporosis.

Como esto ya se había convertido en algo personal, decidí seguir buscando en línea. Puse: “los mitos de la leche” en Google y de inmediato aparecieron miles de páginas que decían lo mismo. Una y otra vez pude ver cómo variados estudios internacionales reafirmaban esta propuesta, e incluso agregaban más datos. Que el calcio de la leche animal no es asimilable por el cuerpo humano, que puede contribuir al desarrollo de diabetes y que, finalmente, no sirve para prevenir la osteoporosis.

Cuando ya estaba decidida a dejar de tomar leche de por vida y empezar a pasarle el dato a todos mis conocidos, encontré una mejor solución: preguntarle directamente a un doctor chileno, para ver qué decía. Así, llegué donde el doctor Santiago Muzzo, endocrinólogo del Instituto de Nutrición y Tecnología de los Alimentos. Cuando le conté todo lo que había encontrado en internet me miró con cara de pregunta y me aclaró inmediatamente que esa información no era correcta: “La leche de vaca es un alimento completo, que tiene una calidad de proteína muy buena (igual que el huevo y la carne), óptima para el ser humano, además de ser la principal fuente de aporte de calcio. O sea, realmente la necesitamos”. Nuevamente plop.

Ahora había pasado del amor al odio y del odio al amor en menos de una semana. Y la explicación seguía: “Hoy en día, que vivimos mucho más tiempo que antes, necesitamos un mayor aporte de calcio, porque empiezan a aparecer enfermedades como la osteoporosis que antes no se alcanzaban a manifestar”.

De hecho, los requerimientos de calcio (ya sea como leche, queso, yogurt o cualquiera de sus derivados) en los adolescentes son mucho más altos de lo que yo me hubiera imaginado: 1.5 litros de leche diarios es lo ideal para llegar a viejo con niveles de calcio decentes. A tomar leche se ha dicho.

Otro de los argumentos en contra de la leche que encontré en internet me pareció bastante lógico: ¿por qué el ser humano es el único mamífero que sigue tomando leche después del destete materno? ¿Cómo lo hacen las vacas, los perros y todos los demás que no tienen la posibilidad de ir al supermercado y comprar un Tetrapack? Una frase en uno de estos sitios web resumía esto muy bien: “La leche de vaca en su estado crudo y natural es un alimento perfecto para los terneros”, así de simple. ¿Qué hacemos entonces nosotros tomándonos la leche de los terneros?

Pero claro, hay una pequeña diferencia, y es que las vacas viven en promedio 20 años, mientras que los seres humanos cada día alargamos más nuestra esperanza de vida. Por lo tanto, las vacas no se tienen que preocupar por la descalcificación de sus huesos. En cambio nosotros, si no nos cuidamos, llegamos a la tercera edad con las caderas hechas polvo.

Y aunque hay otras fuentes de calcio, como los frutos secos y algunas verduras, la leche y todos sus derivados siguen llevando la delantera. ¿Qué hacer entonces? ¿Creerle a internet? ¿O irnos a la segura y seguir lo que dicen la mayoría de los doctores y campañas de nutrición a nivel mundial?

Fuente: paula.cl

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