martes, 9 de febrero de 2010

Pescado blanco


Las principales virtudes del pescado blanco son que carecen de grasa y que contienen pocas calorías y muchas proteínas. Todo ello hace muy recomendable su consumo para los niños y las personas convalecientes.

Su color blanco o pálido se debe fundamentalmente a su bajo contenido en grasas, lo que hace a este tipo de pescado ideal para regímenes de adelgazamiento. Al poseer una carne magra, firme y de fácil digestión también resulta muy recomendable su consumo en personas convalecientes. Además, el consumo regular de pescado puede reducir los niveles de colesterol y las enfermedades cardíacas, teniendo en cuenta que la mejor forma de consumirlo es cocido al vapor, al horno o asado.

Podemos encontrar dos variedades de pescado blanco, los de mar: bacalao, abadejo, besugo, rape, lenguado, pescadilla, salmonete, ...; y los de río: lucio, carpa, perca, etc.

Todos ellos contienen un valor nutritivo similar, aunque los procedentes de las aguas marinas resultan más valiosos por su alto contenido en yodo, mineral muy importante para que la glándula tiroides funcione correctamente, por lo demás, todos son ricos en vitaminas del complejo B. También existe alguna variedad un poco más rica en grasas, como el besugo, el salmonete o la lubina, que contienen vitamina A, aunque lo cierto es que en general los pescados blancos no contienen vitaminas liposolubles.

Dentro de las especies de pescado blanco, encontramos los denominados pescados planos, como el lenguado, la dorada, el gallo o el rodaballo. El contenido de grasa de estos pescados aún es más bajo (en torno al 2% de su peso) y su contenido en proteínas más alto (alrededor del 17% de su peso). Si se consumen fritos absorben mucho más aceite que los pescados redondos, pudiendo hasta cuadruplicar su valor energético. En general, este tipo de pescados son extraordinariamente ricos en vitamina B12.

Podemos encontrarlos todo el año en el mercado, aunque cabe destacar que la mejor época tanto para el rodaballo como para la dorada es el otoño, cuando su carne es más sabrosa y ligeramente más grasienta. El consumo de besugo, parece reservarse más para la época navideña, y merece la pena destacar su riqueza en minerales como el fósforo, el sodio, el manganeso, el yodo y el flúor.

Recuerda
A la hora de comprar un pescado fresco (para comprobar que éste realmente lo es) nos fijaremos que sus ojos sean brillantes y no estén hundidos, sus branquias de color rojo y sin manchas marrones, su piel muy brillante, firme y escurridiza, con las escamas bien apretadas al cuerpo, y por último con un olor agradable.

Al llegar a casa lo mejor para su conservación es aclararlo en agua fría, mejor si esta lleva un chorrito de jugo de limón, a continuación lo secas con papel absorbente y lo envuelves en papel de aluminio, de esta manera además de prolongar su frescura, evitarás lo malos olores.

De todas maneras debes recordar que el pescado se deteriora rápidamente, por lo que deberemos consumirlo lo más fresco posible, si no lo vas a consumir antes de 24 horas, lo mejor es congelarlo.

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